La Fiscalía encomendó a los investigadores verificar movimientos sospechosos en dos viviendas del barrio, y los agentes observaron durante semanas un flujo constante de personas que ingresaban y salían de uno de los domicilios, especialmente a la tarde.
Ese patrón repetido, típico de la comercialización de estupefacientes, fue el punto de partida de una investigación meticulosa. Con el correr de los días, los equipos de campo identificaron a los encargados de vender las dosis y detectaron un segundo inmueble, usado como depósito.
El detalle no pasó inadvertido, ambos puntos de venta estaban ubicados muy cerca de un centro de rehabilitación y de espacios comunitarios, lo que aumentaba la preocupación de los investigadores por el riesgo social que implicaba.
Reunidas las pruebas suficientes, la fiscalía solicitó las órdenes de allanamiento y con la autorización judicial en mano, personal de Toxicomanía y Leyes Especiales, con apoyo del grupo especial COER, ingresó de manera simultánea a las dos viviendas señaladas.
En el interior hallaron envoltorios de cocaína y marihuana listos para su comercialización, y otros elementos que confirman la actividad ilícita. La droga fue secuestrada y un hombre quedó imputado por infracción a la Ley Nacional de estupefacientes.
Desde el Ministerio de Seguridad provincial destacaron el profesionalismo de los equipos intervinientes y la eficacia del trabajo conjunto con la justicia federal, que permitió desactivar un foco de venta de droga en una zona especialmente sensible.